
Los sangrientos combates que arrasan algunos países del Continente, están dejando un balance de cientos de miles de niños huérfanos, sin apoyo familiar, con hambre y sin un lugar donde habitar, lo más sencillo para ellos es seguir a los ejércitos de rebeldes, los cuales saben que a éstos con un arma en la mano les es fácil conseguir todas las necesidades que ellos carecen. Rápidamente serán captados y en corto tiempo se verán comandados por colegas mayores, que a su vez también son niños (un poco más mayores ), y como a estos les sucedió en su día, los enviarán a primera línea de fuego … saben que las escaramuzas armadas de estos chiquillos son tan encarnizadas como efectivas; entre la corta edad, el dopaje previo a que es invitado le hace carecer del instinto de conservación, no siente ni entiende el miedo a la muerte …
Los ataques por ambas partes, casi cuerpo a cuerpo de estos niños rebeldes suelen ser terroríficos, disparan a quema ropa, muchos de ellos y debido a su corta edad les es imposible el controlar el retroceso de su AK47 haciendo que sus disparos vayan por doquier. Muchos caen y otros morirán por falta de medicamentos, hospitales o clínicas cercanas, serán otros miles que añadir a la interminable lista de muertos anónimos en África.
La mayoría de los “Lores de la Guerra” africanos reclutan a niños pequeños; huérfanos o arrebatados a la fuerza de sus familias; tras recibir un corto entrenamiento, les proveen con armas y al frente! En un día cualquiera de una posible confrontación, con toda seguridad su desayuno es una dosis de droga, así que cuando se encuentran bajo sus efectos, los rebeldes de más edad envían a los recién reclutados, la llamada unidad “SBU - Small Boy Unit” una de las más temidas. Los chiquillos -dopados, atontados ...- se comportan como valientes “camicaces”, se lanzan al fragor de la lucha, van directamente al encuentro de las balas, muchos caen en el estrépito de la batalla, otros pierden alguna extremidad al ser alcanzados por alguna bala perdida o al estallarle una de muchas minas antipersonal diseminadas por las zonas ... llegados a este punto dejan de ser útiles y son expulsados o sencillamente abandonados.
Los ataques por ambas partes, casi cuerpo a cuerpo de estos niños rebeldes suelen ser terroríficos, disparan a quema ropa, muchos de ellos y debido a su corta edad les es imposible el controlar el retroceso de su AK47 haciendo que sus disparos vayan por doquier. Muchos caen y otros morirán por falta de medicamentos, hospitales o clínicas cercanas, serán otros miles que añadir a la interminable lista de muertos anónimos en África.
La mayoría de los “Lores de la Guerra” africanos reclutan a niños pequeños; huérfanos o arrebatados a la fuerza de sus familias; tras recibir un corto entrenamiento, les proveen con armas y al frente! En un día cualquiera de una posible confrontación, con toda seguridad su desayuno es una dosis de droga, así que cuando se encuentran bajo sus efectos, los rebeldes de más edad envían a los recién reclutados, la llamada unidad “SBU - Small Boy Unit” una de las más temidas. Los chiquillos -dopados, atontados ...- se comportan como valientes “camicaces”, se lanzan al fragor de la lucha, van directamente al encuentro de las balas, muchos caen en el estrépito de la batalla, otros pierden alguna extremidad al ser alcanzados por alguna bala perdida o al estallarle una de muchas minas antipersonal diseminadas por las zonas ... llegados a este punto dejan de ser útiles y son expulsados o sencillamente abandonados.
Son pequeñas criaturas de caras hinchadas y ojos cansados, algunos de ellos sin un brazo, sin una pierna, o simplemente “idos” por el continuo consumo de un “Crack” que les está volviendo locos. En su deambular desde el frente de batalla en el interior del país, muchos consiguen llegar hasta la capital, Monrovia, último recurso de estancia, donde intentarán la difícil tarea de ser admitidos en los ya congestionados puestos de “recaudar” limosnas; entradas de los supermercados, oficinas y restaurantes, lugar donde practicarán la difícil profesión de la mendicidad, en las calles de una ciudad abarrotada de mendigos.
No hablan ni comentan sus orígenes con nadie, intentan por todos los medios borrar la lacra de su pasado, no les es fácil, aunque tienen un factor a su favor: “… no tienen a nadie que les recuerden quienes han sido …”.
La foto es de mi hijo Billy en el jardín de casa (agosto, 1992) en Buchannan con niños SBU ... minutos antes jugaban con coches de juguete en una pila de arena ... eran niños, claro! El lado triste es que dos meses más tarde, algunos murieron en la Operación "Octopus" entre Buchannan y Monrovia.